martes, 1 de abril de 2014

El chester de Risto camino al desván.


Pese a haber sido renovado, "Viajando con Chester" no consigue despegar y se va hundiendo lentamente emisión tras emisión. En el programa del pasado domingo, Risto Mejide marcó los peores datos de audiencia de esta primera temporada con poco más de un millón de espectadores y un 4,9% de share.

¿Cómo es posible que un producto que invita a la reflexión interese tan poco?

Desde que el programa empezó a emitirse hace apenas unas semanas, las comparaciones entre este formato y el espacio conducido por Jordi Évole, no han tardado en producirse. Ya saben lo que se suele decir: "las comparaciones son odiosas pero inevitables".
No niego que a primera vista ambos formatos puedan tener ciertas similitudes, pero basta emplear unos cuantos minutos de nuestro valioso tiempo, para darse cuenta de que en realidad, no tienen nada que ver.
Mientras Jordi Évole transmite una carismática cercanía que consigue hacer que el pueblo se sienta reflejado, Risto Mejide nos ofrece una particular lucha de egos, donde el famoso publicista intenta mostrar su lado más demagogo y populista desde un sofá tipo chester (de ahí el nombre del show, claro) que, además, está tapizado para la ocasión a tono con el entrevistado (como las rosas en el caso de José Luis Rodríguez Zapatero).

La principal diferencia entre "Salvados" y "Viajando con Chester", es que en este último, toma protagonismo el típico chascarrillo que deja en evidencia al entrevistado, pero sin hurgar en el fondo periodístico de la cuestión; es decir, se queda en preguntas efectistas en busca de respuestas efectistas, con el único objetivo de convertirse en carne de zapping.

Un show hecho por y para Risto Mejide, que sigue derrochando ese controvertido instinto de provocador que descubrimos en Operación Triunfo y que ha propiciado una particular resaca de titulares. Su chulería puede caer bien o mal, pero lo que está claro es que no deja indiferente a nadie y menos aún a sus entrevistados, que se ven obligados a lidiar con la prepotencia que desprende su personaje. Esa lucha de egos es la mejor baza para que este nuevo enfrentamiento de la palabra triunfe en Cuatro. Una decisión arriesgada por parte de Mediaset, pues su nuevo formato es bueno, pero no tan bueno (a nivel televisivo) para llegar a la masa ciudadana como el de Jordi Évole.

Mucho me temo que si la audiencia sigue cayendo en picado como hasta ahora, el programa tiene los días contados. Personalmente creo que sería una pena, pues otro de sus puntos fuertes es la presencia de personajes que no se prodigan demasiado por televisión (salvo alguna excepción) y menos aún para conceder entrevistas. 
Para ilustrarles con algunos ejemplos, les dejo un resumen de la última entrega del programa, con una serie de reflexiones que me surgieron tras escuchar las duras y emotivas palabras de cada uno de los invitados.

En el último episodio, Risto sentó en el chester a Elpidio Silva, el juez suspendido por el Consejo General del Poder Judicial al haberse abierto juicio oral contra él por prevaricación y abuso de poder en relación con el Caso Blesa; y a Rosa Rodero, esposa de una de las víctimas de ETA. "Perdiendo el juicio" se llamaba esta quinta entrega del programa, cuyos datos son prácticamente la mitad que los obtenidos en su debut donde superó los 2 millones de espectadores con un 9,5% de share.

Rosa Rodero recordó en "Viajando con Chester" el día del atentado que le costó la vida a su marido, un desgarrador relato que dejó sin palabras a Risto Mejide. Rodero describió cómo, al oír el revuelo en la calle, pensó que podía tratarse de su marido y al aproximarse al lugar de los hechos confirmó sus sospechas.
La viuda de Joseba Goikoetxea explicó a Mejide que los dos años posteriores al atentado fueron los más duros. Después, Rodero encontró en los ideales de su marido la fuerza necesaria para seguir adelante. "¿Cómo seguir adelante con tanto dolor", preguntó Risto. "Compartir tu dolor con el dolor de otras víctimas, te ayuda a superarlo", explicó la invitada.
Pero sin duda uno de los momentos álgidos de la charla de Mejide con Rosa Rodero, fue el encuentro cara a cara y el perdón a los verdugos que asesinaron a su marido. "Lo importante es que la gente que ha hecho daño se de cuenta de ello y luchen porque eso no vuelva no pasar". Según Rodero, "no hay vuelta atrás" para la banda terrorista ETA.

El segundo invitado, Elpidio Silva, puso de manifiesto lo que la mayoría de nosotros ya sabíamos desde hace mucho tiempo. Pero lo importante de este asunto es que, aunque sea una obviedad, por primera vez es un juez el que se atreve a hablar de ello claramente en un medio de comunicación: 
Al oír sus palabras, no pude evitar acordarme del juez Baltasar Garzón, que en 2012, fue expulsado de la judicatura tras haber sido condenado por el Tribunal Supremo a once años de inhabilitación por un delito de prevaricación durante las escuchas del Caso Gürtel.

Es cierto que ambos cometieron errores (a efectos legales) y por ello, comprendieron su presencia ante un tribunal. Pero después de toda una vida trabajando para este nuestro Sistema, se dieron cuenta (y nosotros con ellos), de que hay otro culpable al que nunca se le acusa de nada; el propio Sistema.
Estos jueces se revelaron contra él porque lo consideraban injusto y hay algo en lo que sí tenían razón, el Sistema no funciona. Los retrasos en los juzgados dejan a los criminales en la calle, con dinero se compran jueces y sentencias, las políticas influyen para crear leyes injustas y partidistas. Ambos creyeron que el precio que tenemos que pagar para mantener este Sistema es demasiado alto y no estuvieron dispuestos a seguir pagándolo durante más tiempo.





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